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Simplemente escribí estos ensayos para que opinen y puedan pensar en esas cosas cotidianas a las que siempre restamos importancia pero que, de algún modo, influyen en nuestras vidas. ¡A leer!
Desde los comienzos mismos del pensamiento simbólico, el hombre, luego de toneladas de años de razonamientos y búsquedas, ha convertido sus creencias en la espada misma que imparte justicia. Desde el bíblico David, hasta estrellar un avión terminando con miles de vidas humanas, la religión y los supuestos mandatos divinos han sido el más justificado medio para matar. Resulta difícil creer que cualquier Dios, de existir alguno (Véase la exacta definición de “agnosticismo”), pueda amparar actos tan atroces como quitar valiosas vidas que él mismo ha creado, resulta inconcebible la idea de que las escrituras (hechas sí para imponer orden) amparen a hombres que empuñan armas y el razonamiento (ese que nos dio la bendita evolución) para exterminar a sus pares, sobre todo cuando el pretexto es que Dios así lo quiere. Este comportamiento, primitivo en su naturaleza, y el pensamiento pagano de las autoridades religiosas que lo consienten, indudablemente profana la imagen de cualquier deidad y reescribe a mero antojo las bíblicas palabras que tanto significan para los fieles; sin embargo, parece ser socialmente aceptado que algún genocida grupo de individuos armados asesine personas con fines divinos, que mate nativos por afán a cristianizarlos sabiendo que ellos ya tienen sus propias creencias, naturalistas y educadas creencias. Este tipo de actos, tan bastardos como injustos, son comparables con cometer homicidios por otras efímeras causas: dinero, poder, “libertad”, ideología, etc, etc, etc. Pues bien, ya citada la anhelada justicia, hablemos más de ella. ¿Acaso en la guerra hay buenos y malos? ¿Quién es justo y quién no lo es? ¿A quiénes Dios les dio el maravilloso - y peligroso - don de justiciero? No es heroico quien mata buscando paz o justicia, no es heroico alzar un arma alegando ser instrumento del Dios padre que tanto desea obtener justicia y utiliza a ciertas personas por su gran fé y la devoción y bla, bla, bla, bla… Nadie detiene las masacres, es más, las justifican por la innumerable lista de intereses sociales, políticos y económicos que guardan las guerras, por ejemplo, pero las guerras se venden mejor cuando Dios las organiza, ¿no es así? Karol Józef Wojtyla, papa cristiano también conocido como Juan Pablo II, dijo alguna vez: “La paz exige cuatro condiciones esenciales: verdad, justicia, amor y libertad”, pero años más tarde estrechó la mano del gran Pinochet, esa mano ensangrentada que robó la vida de tantas personas callando su verdad, cometiendo alevosas injusticias, sin una pizca de amor hacia los indefensos animales de su misma especie y quitando la libertad, en todo su amplio sentido, a un viejo pueblo que permanecería herido para siempre. Durante la segunda guerra mundial, el papa Pío XII bendijo a los soldados italianos y sus respectivas armas para que usen justamente cada carga de municiones en nombre de su pueblo, ciudadanos amparados por el mismo Espíritu Santo que los enemigos a los que les iban a disparar. Entonces, cuando los mayores referentes de la iglesia (la que sea, todos se basan en lo mismo) dan luz verde a estas nefastas formas de vivir y pensar, nada podemos esperar del resto de la gente, de los seguidores de estos sicarios bien pagos e independientes, de los fan’s de la inquisición, de los que idolatran a los idiotas que hasta se aniquilan a sí mismos creyendo inocentemente, porque se lo han impuesto, que su Dios les guardará así un lugar privilegiado en el paraíso, de los que respaldan la conquista en América y aún piensan en el 12 de octubre como una fecha para festejar, cuando en realidad se asesinó en nombre de Dios y se les quitó a nuestros ancestros toda posibilidad de hacer perdurar su cultura a través de las generaciones. Pensar de otra manera, ser un “bárbaro” o simplemente interpretar las moralejas de las Santas Escrituras de otra forma a la del resto ha significado para muchos recibir la rosa negra, encontrar la muerte del modo más cruel. Estos crímenes han ocurrido también a niveles ideológicos, se ha exterminado el arte, ciertas ramas de la ciencia, la filosofía y otras muy diversas manifestaciones del libre pensamiento humano. Por cada estruendo, un “Amén”, por cada estocada, un “recemos”, y el mundo continúa girando sin sentido imaginando inmensurables paraísos que, tal como se creía hace miles de años, reciba con más honores a quienes más han matado. En resumen, la sociedad actual avala toda práctica que pueda atentar contra la vida de alguien sólo si la iglesia (esa fuerte empresa con fines bien establecidos) lo acepta. Siempre ha sido así y esto se extenderá hasta los confines mismos de esta raza autodestructiva que no intenta evolucionar. ¿Cuánto vale el alma de las personas? A penas unos gramos de oro, unas escasas hectáreas de tierra virgen y fértil o solamente la credibilidad y los aplausos del resto del mundo. ¿Dios, cualquier Dios, nos encarga este tipo de cosas? Pues claro, eso nos dicen de pequeños; las religiones preparan más ejércitos que hombres de fe, prepara lacayos que juzguen y condenen las creencias de los demás sin siquiera preguntarse si están o no de acuerdo con lo que sus propios jefes predican. “No matarás” dicen las tablas, “No tomarás el nombre de Dios en vano”, pero quienes las interpretan y nos manejan la vida (creamos o no en algo lo hacen) nos hacen creer que en nombre de Dios, matar está bien, robar está bien, equivocarse y pedir disculpas públicas cientos de años después es normal y que, aún así, son la encarnación de la mano de los dioses en la tierra. ¿Cuándo termina esto? Cuando Dios ordene crear una bomba y desaparezcamos todos.
A veces parece que los argentinos exigimos mucho más de lo que realmente merecemos. No tengo aires exotistas, estoy muy orgulloso del país en el que me ha tocado vivir y, más allá de las banderas creo que nuestra cultura es muy rica y avanzada en muchos aspectos… Soy honestamente feliz diciendo “Soy argentino” y enumerar la infinidad de creaciones nacionales como los personajes históricos que nos han ubicado en una posición importante bajo la vista de cualquier extranjero. Sin embargo exigimos que se nos trate con respeto cuando no podemos pronunciar una oración de diez palabras sin cometer un fatal HORROR gramatical. No solo nos encanta inventar palabras, también agregarle letras, restárselas (en algunos muy frecuentes casos), abreviar sin tener ni idea de cómo se hacen las abreviaturas, ponerle apodos no solo a la gente, sino a las cosas y acciones… Voy a ejemplificar algunos de estos desperfectos en el habla para que entiendan a que me refiero: Un caballero se encuentra con una dama en algún evento social (No importan sus edades puesto que a la hora de hablar mal, tanto los adolescentes como los ancianos merecen una muy baja calificación). Y el caballero dice: - Hola, ¡Que linda noche! ¿Vistes? Y he aquí la primera y más irritante desfiguración del castellano. La palabra “VISTES”, del verbo “VER”, se escribe sin “S” al final. No van a parecer capitalinos usándola de ese modo. Entonces este inocente señor está inventando una palabra, repitiendo algo que escucho por ahí sin corroborar si está bien dicho o no, o le está preguntando si ella está vestida (algo muy extraño y mal aplicado teniendo en cuenta el contexto). “DIJISTES”, “MENTISTES”, “VOLVISTES” “APRECIASTES”… Y un sinfín de otras aberraciones que denotan que no tenemos ni idea de lo que es un diccionario. Otro ejemplo: Llegan dos jóvenes a la casa de uno de sus amigos y la madre de éste último los recibe: - ¿Está fulanito? - Está durmiendo (Dice la mamá) - Pero lo despertamos, no hay problema. - No, “dejenlón” que esta muy cansado. El término correcto sería: “DÉJENLO”. Tanto la acentuación como la “N” final están mal. Nuestro diccionario posee entre 75 y 80 mil palabras, no obstante en una charla cotidiana utilizamos alrededor de 500. De diez que pronunciamos, cuatro están mal usadas, tres son jergas o regionalismos y las tres restantes pertenecen a la lengua inglesa. No creo que los estadounidenses digan: “Está bien” cuando quieren demostrar aceptación, pero sí nosotros decimos: “OK, OK” cada tres minutos sin tener en cuenta las veces que lo repetimos en los mensajes de texto… Si el rating de la televisión se midiera mediante lo que la gente dice, Show match (programa de “entretenimiento” conducido por Marcelo Tinelli) no alcanzaría los 3 puntos. Parece que nadie lo mira, pero la realidad es que es uno de los programas televisivos más vistos en Creo profundamente que no somos una generación perdida, pero espero también que nuestros sucesores sepan situarse geográficamente, al menos, cuando alguien menciona “ Mientras tanto… que Jorge Luís Borges no vuelva a la vida porque se hace un licuado de enciclopedias de tapa dura y lo inhala para volver a morirse. Diego J. Barrios /2008/ Todos los derechos reservados.
Revistas. Lamentablemente el contenido de las revistas más adquiridas en Argentina está sufriendo, poco a poco, una lenta pero deplorable metamorfosis. Hemos perdido el sentimiento de satisfacción que antes nos daba terminar de leer una buena nota que nos dejara pensando, quizá, todo un día; por el contrario, y tal vez obedeciendo al ritmo de vida de nuestra contemporánea sociedad (y contemporáneo no es sinónimo de evolución), hoy están contaminadas de sugestivas publicidades y entrevistas acerca de temas que a nadie le importan, con antiguas frases populares y refranes como títulos que se reutilizan una y otra vez a lo largo de un mismo año. Con mucha suerte, y buscando cuidadosamente, logra uno dar con algún ejemplar que no esté a la orden de los chimentos y el amarillismo farandulero que se ocupa de mostrar, de forma muy invasiva, el obvio lado humano y pecaminoso de esas estrellitas vacías que pretenden ser semidioses. ¿Realmente nos interesa conocer los pormenores de los cantantes bailanteros y sus parejas? ¿O qué vedette está enemistada con la ganadora de algún intrascendente concurso de cierto programa de baile? Antiguamente, a la hora de leer, se podía decir que las revistas competían con algunas obras literarias no tan clásicas…, pero eso no ocurre hoy en día, más bien me animaría a ubicarlas a la altura de aquellos programitas de bajo presupuesto que salen por canales de aire en horarios de siesta, donde, por suerte, mis abuelos duermen. Nada tengo para decir sobre quienes las diseñan, son llamativas, ni acerca de su marketing, porque se venden; sin embargo cientos de modelos con uniformes futuristas, que nuestras madres jamás usarían, muestran una irreal perfección en sus caritas de porcelana y sus peinados rígidos con decenas de pomos de fijador, amas de casa con manos suaves y uñas esmaltadas tratando de dar una tesis sobre cómo limpiar una cocina… (Si me vieran notarían una irónica sonrisa). Y vayamos ahora a las eróticas tapas. Parece que una venta masiva es netamente garantizada si una sensual mujer posa en ellas. Las revistas no tienen un horario de protección al menor, no dicen: “Léase después de las 22:00 hs.” Nuestros hermanos menores, hijos, nietos, sobrinos y demás niños las ven; si nadie lo sabía, lo informo: LAS VEN. Se exhiben como abstractas obras de arte en todos los puestos de diarios y revistas de las ciudades sin ningún tipo de restricciones. Hasta las infografías han desaparecido. Hoy basta con firmar un jugoso cheque para ocupar varias páginas diciendo tonterías y haciéndole creer a toda una nación que lo que digo es importante, porque no por nada voy a estar allí… ¿No? En un país donde es más económico un litro de cerveza que un kilogramo de pan deberíamos elegir mejor lo que leemos. Demostremos que no todo nos importa, que no vivimos de los chismes ni de los desamores y desventuras que derraman los demás, que si no vemos ciertos programas de TV por algo es y no queremos que sean “noticia” de todas las revistas, que la literatura no ha muerto, que no cualquiera escribe y que no leemos lo que escribe cualquiera. No hay leyes, no hay decretos, no es un derecho, pero por amor propio hagámoslo. A los que las hacen tan solo les importa que estos montones de basura se instalen en nuestras casas y se apilen allí por siempre… Pregunto: ¿Qué les mostramos a nuestros descendientes? Leamos, pero seamos más críticos de lo que se lee.
El culto Youtube. “La verdad no penetra un entendimiento rebelde. Si todos los lugares de El intrincado simbolismo de Borges al describir su Aleph del sótano de la calle Garay lleva a uno a imaginar una infinidad de no lugares que concuerdan con la descripción. Sin embargo, casi sesenta años después de la publicación de éste maravilloso cuento, una universal herramienta de búsqueda se apodera de nuestra cotidianidad. El sueño de Bill Gates hecho realidad: un ordenador en cada hogar destinado a funcionar como enciclopedia, detective, contenedor, calculadora, máquina de escribir, imprenta, cerebro, etc. En la actualidad la computadora personal con Internet es nuestro Aleph materializado… Y en éste preciso momento usted piensa “Genial, hago bien entonces al dejar que mis hijos utilicen esa enorme biblioteca que posee Internet”. En parte es una forma práctica de estudiar y buscar respuestas, no obstante “No todo lo que brilla es oro” y, como en el cuento, también este servicio puede dejarnos marcas que solo una innumerable cantidad de noches en vela pueden borrar. Por cada página que abrimos, por lo general, independientemente se abre una mostrando contenido adulto; eso se soluciona bloqueando el acceso a determinadas páginas, pero el real y peligroso Aleph, en mi humilde opinión, es uno llamada “Youtube”. En ésta popular dirección uno puede conocer el nombre de ese cantante que interpretaba una canción que nos encanta pero que no sabíamos de quien era, por ejemplo. También hacer un recorrido por el mundo de la mano de algún video sustraído de cierto documental educativo… muy cultural, lo admito. ¿Pero qué de las imágenes de los miembros de Al-Qaeda degollando a una persona sin ningún tipo de censura? ¿O las violentas peleas fuera de los boliches de Está al alcance de todos, es fácil de utilizar, es simple de encontrar… Basta solo con colocar en la barra buscadora esa palabra clave que nos lleve a conocer lo más horrible de nuestra sociedad. Si supieran, y doy por hecho que muchos de ustedes lo saben, lo fácil que es subir un video en ésta página y ponerlo al la vista de todo el mundo… Me alcanza con mirar debajo de cada video y ver el número de veces que fue reproducido para entender porqué las bibliotecas y las librerías están cada vez más vacías. Siendo realistas debemos aceptar que los tiempos nos obligan a saber usar una computadora e, inevitablemente, Internet; pero así como a veces decimos “No me gustó el libro que leí” sepamos también criticar y elegir las cosas que vemos en éste Aleph con el que nos topamos a diario. Haré una cita de una persona cuyo nombre no recuerdo, sin embargo sé que comprenderá la causa y sabrá disculpar mi falta de memoria: “El celular, Internet, la televisión y otros grandes inventos se crearon para que la gente esté mejor comunicada; mas a la hora de sentarse a la mesa para cenar, por culpa de alguna de estas creaciones la familia no habla”
Diego J. Barrios /2008/ Todos los derechos reservados.
¿De palabra? “Estamos invitados a tomar el té, la tetera es de porcelana pero no se ve (…)” María Elena Walsh. Es muy simple: Esta canción fue creada para los niños, es un tema infantil; para los adultos los mundos imaginarios, mágicos y místicos, deben ser parte de la ciencia ficción, no una realidad, no creer en ellos… No obstante, a veces, las personas mayores rehúsan pensar que aquéllas cosas que no pueden verse sencillamente no existen. En ocasiones creemos en la tetera y hasta planeamos beber ese invisible té. Soy un amante de los misterios, como también de la ciencia, y por momentos una ineludible pregunta sacude mi cabeza: ¿Por qué una persona dedicaría años y años de estudio en Usted ahora piensa: “No hay nada de brujería en la curación de palabra, es la fe y la divinidad quienes hacen el trabajo”. Entonces “Perdón por ser tan escéptico” digo “Ahora clausuremos los hospitales y las clínicas y que nuestros respetados médicos esperen la navidad para aprender esas secretas palabras mágicas, por el bien de todos… Sí, es sarcasmo el de mi tono. Hace cientos de años atrás, los chamanes también eran conocidos como brujos, curanderos o guías espirituales que sanaban bajo la influencia de algún Dios o espíritu del bien; sin embargo no eran tan tontos como para no entender que sin las hierbas medicinales, específicas en cada caso, no lograrían hacer que sus enfermos se recuperaran…., y lo más notorio es que ellos NO COBRABAN, y dicho sea de paso: JESÚS TAMPOCO. ¿Empacho? ¿Ojeadora? ¿Culebrilla?... He vivido 21 años sin la necesidad de ser curado de ninguno de éstos males. Un dolor de cabeza exige un analgésico, y no tener que soportarle la cara a algún mentiroso individuo que dice tener poderes… ¿Con qué criterio luego afirmaremos que un avistamiento OVNI es falso si le dejamos una propina a un farsante para que nos ponga una cinta en el estómago y nos diga que estaremos curados en tres días? TRES DÍAS… Eso me recuerda al tiempo que naturalmente dura un ataque al hígado. Escuchémonos. Comprendo que hay cuestiones psicológicas y culturales que nos atan a estas mediocres creencias paganas, que nos hacen creer en lo increíble, pero debe haber un razonamiento, la ciencia lo desmiente y las religiones, por lo general, no lo recomiendan; al menos por alguno de esos motivos deberíamos considerarlo. La famosa culebrilla no es más que un herpes que ataca fuertemente la piel, pero con una droga puede ser tratado. Las enfermedades mutan con el tiempo y cambian de apariencia volviéndose irreconocibles, pero ninguna palabra mágica podrá jamás lidiar con ellas, tan solo la muy estudiada medicina. No nos engañemos más, un leve dolor de cabeza (comúnmente confundido con ojeadora) puede causarnos trastornos y daños severos si no es atendido a tiempo por un auténtico profesional. A los magos dejémoslos para los teatros, la salud es un tema serio, basta de jugar con ella. En mi opinión es la psiquis la responsable de hacernos sentir curados (o bajo un inmediato bienestar) ante los ridículos ademanes de éstos impostores que juegan a ser Dios. La endorfina nos mantiene engañados, pero si el cuerpo hablara, más que a un curandero nos pediría a gritos una buena obra social. Fantasmas, extraterrestres, hombres lobo, duendes, hadas, teteras invisibles… Por desgracia creemos fielmente en un millón de cosas que no podemos ver y que, de hecho, no existen, sin embargo algunas no nos perjudican tanto como otras… Las personas de carne y hueso: al médico y a la farmacia; los místicos curanderos: para la ciencia ficción. Y no se hable más. Diego J. Barrios /2008/ Todos los derechos reservados.
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